Miguel Poveda: "Si mi agua se estanca, se pudre"
(Foto: C7)
Miguel Poveda dice sentirse libre para crear, a pesar de las críticas de los flamencos más puristas.
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Carmen Delia Aranda Las Palmas de Gran Canaria
El Premio Nacional de Música visita la isla nuevamente para presentar en directo su disco "Artesano". El cantaor subirá a las tablas del teatro Pérez Galdós para renovar su compromiso con el arte, por el que ha sido reconocido por la crítica especializada y el público.
— Después de haber cosechado tanto éxito parece que su nombre ya es un marchamo de calidad. Dicen de usted que está entre los más grandes. ¿Le pesa?
— Gracias. Pero no son términos que yo use. Me han llamado el rey de no se qué cuento, el número uno, el número dos... Yo trato de hacer las cosas como las siento. Defender lo que creo lo mejor posible. Y, si eso cala y gusta, pues estoy feliz y agradecido por todos los elogios. Siento que tengo un compromiso con la cultura. Después de recibir el Premio Nacional del Música todo ha acontecido más rápido de lo que iba yo. Es una responsabilidad que me obliga a hacer bien las cosas.
— Y después de todo esto, ¿se sigue sintiendo igual de libre?
— Me siento libre y con mucha responsabilidad. Tengo que llevar esa carga. Pero perder mi libertad sería como cortarme un brazo o ponerme un esparadrapo en la boca. Todos estos elementos y situaciones requieren más profesionalidad y responsabilidad. Lo que no puedes permitirte es la pereza ni la desgana.
— Se formó en un tablao de Las Ramblas. ¿Gozan de salud estas escuelas de flamenco?
— Es un lugar por el que pasé y en el que me formé artísticamente, también me formé por otros lugares, pero el tablado es uno de ellos. Hace mucho tiempo que no voy por el Tablado Cordobés de Barcelona. Sé que por allí pasan primerísimas figuras del flamenco, que hacen temporada allí. El resto del año va gente joven. De los otros tablados no puedo hablar.
— Después de haber cosechado tanto éxito parece que su nombre ya es un marchamo de calidad. Dicen de usted que está entre los más grandes. ¿Le pesa?
— Gracias. Pero no son términos que yo use. Me han llamado el rey de no se qué cuento, el número uno, el número dos... Yo trato de hacer las cosas como las siento. Defender lo que creo lo mejor posible. Y, si eso cala y gusta, pues estoy feliz y agradecido por todos los elogios. Siento que tengo un compromiso con la cultura. Después de recibir el Premio Nacional del Música todo ha acontecido más rápido de lo que iba yo. Es una responsabilidad que me obliga a hacer bien las cosas.
— Y después de todo esto, ¿se sigue sintiendo igual de libre?
— Me siento libre y con mucha responsabilidad. Tengo que llevar esa carga. Pero perder mi libertad sería como cortarme un brazo o ponerme un esparadrapo en la boca. Todos estos elementos y situaciones requieren más profesionalidad y responsabilidad. Lo que no puedes permitirte es la pereza ni la desgana.
— Se formó en un tablao de Las Ramblas. ¿Gozan de salud estas escuelas de flamenco?
— Es un lugar por el que pasé y en el que me formé artísticamente, también me formé por otros lugares, pero el tablado es uno de ellos. Hace mucho tiempo que no voy por el Tablado Cordobés de Barcelona. Sé que por allí pasan primerísimas figuras del flamenco, que hacen temporada allí. El resto del año va gente joven. De los otros tablados no puedo hablar.
